Vivir del arte: labrar un terreno (semi) fértil
A raíz de la escritura, la lectura y el análisis de la última edición de Ojo de pez: Vivir del arte: Sembrar en terreno árido me ha surgido una serie de reflexiones –aunque en realidad han estado rondándome desde hace bastante− sobre las dificultades de los artistas para abrirse camino en la escena artística y cultural.
En el ensayo que he publicado en Ojo de pez desarrollo mis ideas acerca de hacer arte solo por amor al mismo, pero en el presente texto quisiera desviarme un poco de ese postulado para compartir otros asuntos inherentes a la práctica artística de nuestros días que constelan alrededor de la producción, o sea, no se concentran en la formalización de la obra.
En primer lugar, tendría que decir que coincido con las ideas desplegadas por las autoras a lo largo de la Edición #9 de dicha revista, de modo que efectivamente los aprietos de desempeñarse como artista hoy tiene mucho que ver con los pensum de las facultades, la formación de públicos, la desvalorización de la creatividad, la rosca, la monopolización institución, etc., pero también sobre algo que no se dice con tanto ahínco: la autogestión del artista es débil.
Con esto me refiero a la formulación de su propuesta, la difusión de la misma y las relaciones públicas. Sé –y es algo que vengo defendiendo desde hace rato−el arte no es nada de eso; el arte es el arte, es pensamiento, sensibilidad y creación en mil maneras diferentes. Pero el ser artista implica –lastimosamente hoy en día con mayor intensidad que nunca, por lo menos mientras se construye un escenario en el que estas tareas pueden ser asignadas a otros−, ser investigadora, curadora, montajista, diseñadora, escritora, diagramadora, editora, y por supuesto, gestora.
En mi rol como investigadora en artes y gestora cultural, me enfrento constantemente a la dificultad de encontrar portafolios de artistas, statements esclarecedores o trayectorias públicas. Y sé que esto es algo de lo que sí se habla y que varios proyectos de la ciudad vienen abordando, como Maletas de Viajelogía o COMPROMISO.D dirigido por Alexa Halaby. De igual manera, creo que todos los artistas saben de la importancia y la necesidad de trabajar, además de su obra, estos elementos que facilitan la identificación y participación en el medio.
Entonces quisiera cerrar la observación de este hecho enumerando algunas pistas que podrían aportar al ideal de vivir del arte y así ir fertilizando el terreno.
Si eres artista, haces arte, lo compartes en tus redes sociales y quieres que la gente lo vea, crea una cuenta pública. Ya sea que tus selfies o las comidas de la semana las destines a una cuenta privada o que concentres tu contenido a tu obra, permite que las personas –especialmente investigadores, curadores, galeristas, etc.− puedan saber qué haces antes de tener que solicitar autorización para ello.
Si quieres ser artista, aún 10 años después de graduarte de la academia, no dejes de producir. Sé que hay momentos muy difíciles, sin moral, tiempo o dinero para hacerlo, pero busca alguna grieta en la que puedas ir formalizando algo de tu propuesta. Encontrar un artista con un único proyecto artístico –muchas veces el de su muestra de grado− o no saber cómo ha ido evolucionando su propuesta, te deja bastante perdida.
Desarrolla un buen statement, dos párrafos que al ser leídos den una idea general y muy clara de qué haces, cómo lo haces y por qué lo haces. Por supuesto: ¡Publícalo!
Crea un buen portafolio que contenga tus trabajos más recientes e importantes según tu perspectiva creativa. Por supuesto: ¡Publícalo! Ya sea en un sitio web, un blog, un documento en Drive, etc., etc., etc.
Intenta exponer tus obras. Aunque no seamos la ciudad con mayor número de espacios culturales, hay muchos –más de lo que la mayoría de artistas jóvenes se imaginan− que están interesados en conocer tu trabajo, compartirlo con sus públicos y apoyarte en dicha gestión. Es cuestión de dar una mirada panorámica, seleccionar alguno que vaya contigo y postularte. ¡Como ya tienes un portafolio completo y una hoja de vida organizada, seguro lo consigues! Lo mismo aplica para residencias, editoriales, estímulos y becas.
Quizá cuando logres tener el nivel de la maestra Beatriz González o Fernando Botero– artistas que nunca tuvieron que ocuparse de una web o redes sociales−, puedes tirar todo esto a la borda; los galeristas, los coleccionistas y los curadores, llegarán a ti por arte de magia, y lo mejor, podrás concentrarse en crear su propuesta artística.
O quizá, nada de esto te interesa o no estás dispuesta a recorrer toda esta procesión, también muy válido y hasta entendible. Ser artista requiere muchos ingredientes, especialmente el de la perseverancia. Aunque yo quisiera que quienes sienten el llamado del arte, se dejen llevar por él, nada más triste que ver a un buen artista –que además me pudo interesar al inicio de su carrera− que despareció de la escena y ahora se dedica a cualquier otra cosa que el mundo laboral sí puede ofrecerle.