BOTTICELLI, Sandro

LA PRIMAVERA
Entre los siglos XV y XVI, se desarrolló uno de los momentos cúspides del arte: el Renacimiento. Fue la transición entre la Edad Media y la Época Moderna, dando origen a una ruptura estilística implantada por aquellos días. El nombre hace referencia al resurgimiento de los valores antiguos, retomados de la Roma y Grecia clásicas. Los artistas de dichos siglos, voltearon su mirada hacia la pintura y escultura antigua, inspirándose en la proporción, el cálculo y la perfección del arte griego y romano.
De igual manera, la reinstauración de la naturaleza en el arte jugó un papel importante. Los artistas nuevamente observaron, tanto técnica, como temáticamente, el entorno natural y sus formas orgánicas.
El hombre surgió como centro de preocupación, no sólo para los artistas, sino de igual manera, para filósofos, científicos y literatos de aquella época. Esta importancia del hombre como centro universal, se evidencia en los reflexivos estudios de proporción, en la perspectiva humana y la aplicación del humanismo clásico.
Las primeras y más importantes revoluciones artísticas se dieron en Florencia, Italia. Las transformaciones estéticas, contribuyeron al rápido desarrollo del arte, y éste a una apresurada difusión en Italia.
Sobra decir, que al ser uno de los movimientos culturales de mayor relevancia e impacto estilístico de todos los tiempos, trajo consigo distinguidos artistas, como Sandro Botticelli, innovador pintor Cuatrocentista.
Botticelli nació en 1455, cuando el Renacimiento florentino se encontraba en su momento más álgido, circunstancia que el pintor italiano supo aprovechar e implementar en sus trabajos. Alumno de Fra Filippo Lippi. Aprendió de él su estilo, como la distribución de las figuras, la representación del espacio, la decoración de pliegues y los contornos trazados suavement
En su obra, Botticelli, muestra dos temas prominentes, el primero, un arte cristiano, el segundo, uno pagano. Para sus pinturas paganas, Sandro Botticelli se inspiró ciertamente en la mitología clásica. Esta temática es clara en una de sus más importantes y reconocidas pinturas, La Primavera (1482). Un cuadro de grandes dimensiones (314 × 203 cm) y profundas ideas.
La Primavera es la escenificación del amor, el erotismo y la belleza. La aplicación histórica, icónica e iconográfica remiten hacia la mitología, materia que rompió con el arte cristiano que se venía desarrollando por aquellos días, y con el cual Sandro Botticelli, dio a conocerse en un inicio de su carrera artística. Los antecedentes de la mitología son abundantes, basta con mirar el arte antiguo para encontrar fuente de iluminación, así como excelentes ejemplos técnicos y matéricos. Aspectos como éste, facilitaron la labor del maestro italiano.
Botticelli no dejó nada al azar, cada flor, cada personaje, están dispuestos en el cuadro por una singular razón. Esto demuestra el trabajo intelectual implementado por el artista, como su destreza al pintar.
Se hace importante anotar que la obra no es una representación narrativa de un mito específico, sino más bien una creación de Botticelli, inspirada en el poema "De Rerum Natura" de Lucrecio (Deimling, 2001, p.43), helo aquí:
Apenas ha despertado la primavera al día
y, desencadenado, reina el soplo preñado de Céfiro,
los pájaros te anuncian a ti, diosa, y tu llegada,
el corazón estremecido por tu poder...,
cautivo de tu belleza [ ...] viertes en el corazón de todos tu amor, suavemente excitante,
hasta que, llenas de deseo, se multipliquen las especies.
[ ...] la primavera y Venus vienen; ante ellas, el heraldo alado
de Venus y cerca de las huellas de Céfiro,
la Madre Flora esparce sus dones por el camino
y lo llena de colores y aromas escogidos...
Ante ti, oh diosa, huyen los vientos, las nubes del cielo
ante ti y tu llegada, a ti te envía flores olorosas la artista Tierra, a ti te sonríe la superficie del mar, y el
cielo se muestra radiante ante ti, pleno de luz.
Inicialmente,
nueve figuras humanas han sido dispuestas en un tupido jardín. Pero al
sumergirse en la cuadro, se logra distinguir los personajes, que trascienden el
hecho de ser simples retratos, son en realidad personificaciones de ninfas y
dioses romanos, cada uno de ellos con una significativa simbología dentro y
fuera de la pintura.
Esta obra podría contarse como un cuadro de varios cuadros, por las sub escenas que se desarrollan dentro del mismo. Curiosamente, una vista segmentada de La Primavera otorga tema de profunda envergadura, así como de impactante detalle estético y estilístico.
Sin duda el principal sub cuadro es Venus, con su innegable protagonismo, centraliza la mirada del espectador, ayudada de un arco natural, alusivo a los enmarcados retratos de la Virgen. No menos importante, es el gesto de su mano, que bendice ante los personajes que se encuentran delante suyo. En La Primavera Venus cumple la función de perpetuar los sentimientos de los enamorados.
Al lado derecho de la solemne Venus, se presencia una dualidad entre amor y transgresión. Se ve una ninfa y a la diosa de las flores, que resultan siendo la misma mujer, una es la transformación de la otra. Céfiro, el dios del viento, ha violado a Cloris, arrepentido de su desmán, la toma como esposa, y así se convierte en Flora. La escena cargada del contradictorio movimiento de sus ropajes, de expresivos rostros y ejemplificación de vida matrimonial, dan lugar a pensar que su estadía en el cuadro fue pensada para demostrar que tras el sufrimiento femenino se llega al amor pleno de felicidad.
Cupido, dios del amor se encuentra ubicado sobre Venus, en una estrecha relación con las representaciones del Niño, apunta su flecha hacia una de las tres Gracias.
Las tres Gracias de Botticelli, son sin duda, una de las más preciosas representaciones de las ninfas hijas de Zeus. Sus insinuantes vestidos, llenos de movimiento y transparencia, dotan la escena de sensualidad, ritmo y belleza. Sus rostros idealizados, demuestran la inspiración del artista en los cánones clásicos, tal como se ha pronunciado anteriormente.
En el grupo de ninfas, se hace innegable la curiosidad por la desviada mirada de una de ellas. La flecha de amor lanzada por Cupido, ha arremetido en contra suya, enamorándose así de Mercurio, mensajero de los dioses.
Mercurio, quien aparentemente (más adelante se expone esta duda) cierra el cuadro a la izquierda, es una mezcla entre el bien y el mal. Con una posición varonil, armonioso rostro, contiene cierto erotismo, que da una idea pecaminosa cuando notamos que se vuelve hacia la fruta prohibida. De un modo imponente y majestuoso, este dios hace alusión de la influencia masculina sobre la femenina, de una manera amorosa, pero también autoritaria.
Para hablar del final de La Primavera se hace necesario mencionar la obra Minerva y el centauro (1482), pintura de Botticelli que estuvo situada junto a La Primavera, y que narrativamente continúa la escena del cuadro en cuestión.
En Minerva y el centauro, la diosa de la sabiduríaha aprehendido al ser mitológico, sinónimo de lujuria, quien aparentemente intentaba abalanzarse en contra de las ninfas dispuestas en el cuadro La Primavera. Mercurio con la posición de sus manos y su mirada direcciona la continuación de la escena. Ambas pinturas siguen la línea continua de la temática de Botticelli. El amor y, la polémica analogía entre concupiscencia y pureza, dejan entre ver las ideas humanistas de Botticelli.
Al pasar de las ideas que encierra esta maravillosa obra, se debe resaltar el extraordinario desarrollo técnico, que evidentemente destacan a Sandro Botticelli, como un excelente y distinguido pintor de la Italia Renacentista, y que además inspiró a un sinnúmero de artistas posteriores, como los prerrafaelitas. El impecable uso del temple de huevo proporciona a La Primavera un característico valor en tonos, brillo, transparencia y delicadeza, que sin dudas, le conceden el indiscutible asombro generado alrededor de la Historia. La cantidad de detalles en cada uno de sus elementos se hace realmente relevante, como en el caso de las 500 flores que componen el hermoso jardín, cada una de ellas llenas de sorprendente naturalismo y excepcional filigrana botánica.
Además del valor fotográfico de las flores, éstas también contribuyen a la iconología matrimonial distribuida por medio de diversos y repetitivos elementos dentro del cuadro, y que además, refuerza la famosa razón para la que La Primavera fue pintada: el matrimonio de Lorenzo di Pierfrancesco, sobrino de Lorenzo el Magnífico, quien precisamente le dio el cuadro como regalo de bodas, permaneciendo de este modo, dentro de la familia Medici por más de 300 años. Y sólo hasta 1856 fue expuesta públicamente en el museo Uffizi Gallery, Florencia.
En conjunto, todo lo anteriormente expuesto, comunican la grandeza, tanto del creador, como de la creación, a un punto intenso de excelencia y majestuosidad. A pesar de los más de quinientos años de existencia, La Primavera continúa provocando una impresionante conmoción estética entre sus espectadores, y muy probablemente lo seguirá logrando a través del paso del tiempo.
BIBLIOGRAFÍA
Biblioteca Básica de Historia. (2004).El Renacimiento. Madrid: Dastin Export, S.L.
CARLO, Giulio. (1987). Renacimiento y barroco. I. De Gioto a Leonardo da Vinci. p. 261-284. Ediciones Akal, S.A