BOTERO, Fernando
Hablar de Botero
no necesariamente significa hablar de gordos, volumen o "Boterismo", cabe aquí también
el arte por el arte, la expresión en un sentido puro y personal, así como una
pasión hacia la creación pictórica y formal. Se trata de un proceso plástico y
visual diferente al que la mayoría de espectadores identifican en Fernando
Botero. Estamos hablando del arte que tiene como punto de partida la intención
artística sobre la comercial y mercantil.
Aunque hoy la intención no es criticar ni mucho menos desmeritar la labor que ha realizado nuestro representante del arte colombiano, por supuesto debo mencionar que, en definitiva, no es el artista de mi inspiración, referencia y menos, causante de mis sublimes experiencias estéticas, no en ámbitos de su producción contemporánea (60´s - actualidad).
Las primeras pinturas del maestro Fernando Botero, son, las que, a mi parecer desde la perspectiva individual, personal y expresiva, se ganan las alabanzas que hoy día le han merecido la gran cantidad de figuras voluminosas que ha pintado y esculpido. Basta con observar alguna de sus antiguas y olvidadas pinturas, como para encontrar en ellas, la libertad de un nuevo artista, la juventud del espíritu creador y la inocencia del arte por el arte, para valorar y apreciar, las habilidades pictóricas y artísticas que tanto vanagloria el mismo Botero.
Es así como encontramos que la obra de Botero no siempre ha girado en torno al engrandecimiento de los personajes, objetos y animales, sino por el contrario, los inicios de su producción se contradicen en color, forma, tamaño, definitivamente, todo un estilo bastante distante de lo que hoy suelen llamar "Boterismo", no en vano, sus grandes influencias y referentes se encuentran entre los clásicos maestros como Piero de la Francesca hasta los modernos como Van Gogh y Gauguin.
Para comprender e imaginar algo de esto, basta con observar los primeros dibujos o pinturas en los que las curvas de los cuerpos no hacen referencia a figuras netamente redondas, y donde su valor expresivo se encuentra en los acontecimientos que se narran en el cuadro, en la disposición de los cuerpos y sus características autóctonas, exponiendo así, la tendencia del costumbrismo que tanto ha enaltecido el artista Fernando Botero.
"Después de estudiar tan de cerca la producción de los inicios de Botero no me queda ninguna duda que junto a Francis Bacon, Fernando Botero estaba dentro de los 5 mejores pintores figurativos del mundo a finales de los 50s e inicios de los 60s, con una fuerza expresiva espectacular y un dominio del color único".
Aún en los comienzos de la construcción de volumen podemos encontrar una riqueza pictórica, en color y textura bastante significativa, que de cierto modo, se asemeja a la construcción del espacio que trabajó en su momento el maestro holandés Vincent Van Gogh, así como una estética que le relaciona con Pablo Picasso.
Definitivamente si fuera Fernando Botero, el mismo que en algún momento de su carrera artística pintaba y dibujaba con una mentalidad pura y libertina (recordando a los famosos artistas de la modernidad) con seguridad podría considerarlo uno de mis favoritos, no obstante, la repetición en su obra, así como la muy profesional estrategia comercial que maneja desde hace ya muchos años y la cual es precisamente la razón de su posición como el artista colombiano más importante de la historia, desmeritan su papel de artista, empero, lo cualifican como un inteligente, arriesgado y táctico administrador del mercado del arte, tan difícil hoy, y casi imposible durante los años 60´s en que comenzaba a construir su carrera artística.
Aquello de inteligente estratega, se entiende a la perfección, cuando al investigar sobre su carrera, encontramos que sin duda, es el mismo Botero el coleccionista más importante de su propia obra, según él, para facilitar el montaje de exposiciones, ahorrando costos de seguros y gestión de préstamos, pero es claro que detrás de ese propósito, se encuentran motivos de fortalecimiento futurista, económico, político y social.
Para terminar este artículo, al tiempo que lo comienzo, valen las preguntas que me hago frente a las pinturas y esculturas de Botero desde el momento que observé su obra, las cuales, por cierto, resuenan en mi mente cada vez con mayor fuerza, esto, partiendo no sólo de la pintura y dibujo de sus inicios, sino también del trabajo que realizan excelentes artistas, dignos de representar al país en asuntos del arte visual colombiano.
¿Cómo preferir la monótona redondez a la variedad de la figura, cómo valorar más la simetría que la irregularidad y cómo elegir la uniformidad de los modelos frente a las enérgicas pinceladas, básicamente, cómo no salir de la eterna y fría burbuja que traza Fernando Botero desde hace ya varias décadas?