¿Salvavidas?
PRELUDIO
Las babas del diablo[1]
Nunca se sabrá cómo hay que contar esto, si en primera persona o en segunda, usando la tercera del plural o inventando continuamente formas que no servirán de nada. Si se pudiera decir: yo vieron subir la luna, o: nos me duele el fondo de los ojos, y sobre todo así: tú la mujer rubia eran las nubes que siguen corriendo delante de mis tus sus nuestros vuestros sus rostros. Qué diablos.
Puestos a contar, si se pudiera ir a beber un bock por ahí y que la máquina siguiera sola (porque escribo a máquina), sería la perfección. Y no es un modo de decir. La perfección, sí, porque aquí el agujero que hay que contar es también una máquina (de otra especie, una Contax 1. 1.2) y a lo mejor puede ser que una máquina sepa más de otra máquina que yo, tú, ella −la mujer rubia− y las nubes. Pero de tonto sólo tengo la suerte, y sé que si me voy, esta Remington se quedará petrificada sobre la mesa con ese aire de doblemente quietas que tienen las cosas movibles cuando no se mueven. Entonces tengo que escribir. Uno de todos nosotros tiene que escribir, si es que todo esto va a ser contado. Mejor que sea yo que estoy muerto, que estoy menos comprometido que el resto; yo que no veo más que las nubes y puedo pensar sin distraerme, escribir sin distraerme (ahí pasa otra, con un borde gris) y acordarme sin distraerme, yo que estoy muerto (y vivo, no se trata de engañar a nadie, ya se verá cuando llegue el momento, porque de alguna manera tengo que arrancar y he empezado por esta punta, la de atrás, la del comienzo, que al fin y al cabo es la mejor de las puntas cuando se quiere contar algo).
De repente me pregunto por qué tengo que contar esto, pero si uno empezara a preguntarse por qué hace todo lo que hace, si uno se preguntara solamente por qué acepta una invitación a cenar (ahora pasa una paloma, y me parece que un gorrión) o por qué cuando alguien nos ha contado un buen cuento, en seguida empieza como una cosquilla en el estómago y no se está tranquilo hasta entrar en la oficina de al lado y contar a su vez el cuento; recién entonces uno está bien, está contento y puede volverse a su trabajo. Que yo sepa nadie ha explicado esto, de manera que lo mejor es dejarse de pudores y contar, porque al fin y al cabo nadie se avergüenza de respirar o de ponerse los zapatos; son cosas, que se hacen, y cuando pasa algo raro, cuando dentro del zapato encontramos una araña o al respirar se siente como un vidrio roto, entonces hay que contar lo que pasa, contarlo a los muchachos de la oficina o al médico. Ay, doctor, cada vez que respiro... Siempre contarlo, siempre quitarse esa cosquilla molesta del estómago.
Y ya que vamos a contarlo pongamos un poco de orden, bajemos por la escalera de esta casa hasta el domingo 7 de noviembre, justo un mes atrás. Uno baja cinco pisos y ya está en el domingo, con un sol insospechado para noviembre en París, con muchísimas ganas de andar por ahí, de ver cosas, de sacar fotos (porque éramos fotógrafos, soy fotógrafo). Ya sé que lo más difícil va a ser encontrar la manera de contarlo, y no tengo miedo de repetirme. Va a ser difícil porque nadie sabe bien quién es el que verdaderamente está contando, si soy yo o eso que ha ocurrido, o lo que estoy viendo (nubes, y a veces una paloma) o si sencillamente cuento una verdad que es solamente mi verdad, y entonces no es la verdad salvo para mi estómago, para estas ganas de salir corriendo y acabar de alguna manera con esto, sea lo que fuere.
Vamos a contarlo despacio, ya se irá viendo qué ocurre a medida que lo escribo. Si me sustituyen, si ya no sé qué decir, si se acaban las nubes y empieza alguna otra cosa (porque no puede ser que esto sea estar viendo continuamente nubes que pasan, y a veces una paloma), si algo de todo eso... Y después del «si», ¿qué voy a poner, ¿cómo voy a clausurar correctamente la oración? Pero si empiezo a hacer preguntas no contaré nada; mejor contar, quizá contar sea como una respuesta, por lo menos para alguno que lo lea.

Qué interesante, cuéntame más
Como Julio Cortázar, o más bien Roberto Michel, yo llevo mucho tiempo −aunque pueda parecer exagerado, años− dudando si decir esto o no, cómo decirlo, cuándo decirlo, a quién decirlo... Me he hecho muchas preguntas, algunas las he conversado con otros, encontrando que en algún momento y a su manera, se han preguntado esto, o que un personaje de película te lo plantea, sin que hayas previsto esa revelación:
- ¿Qué lees? ¿«Lolita»? Yo no asigné ese libro.
- Estoy adelantándome.
- ¿Y?
- Es interesante.
- ¡«Interesante»! ¡Palabra ilegal! «Interesante» no es una palabra. Sabes que debes intentar evitarla. Sé específica[2].
Es probable que la duda tenga una razón de ser en el hecho de que ha pasado bastante desde la última vez que escribí y publico, y que uno va perdiendo forma, osadía o interés en exponer (se) sus ideas y posturas frente al medio artístico, en parte porque uno se da cuenta que no tiene ningún efecto, que falta debate, crítica; que la mediocridad es más contagiosa que el Covid-19, y que «todo está muy bien», así que para qué discutir estos asuntos.
Pero he dejado de hacer muchas cosas por preguntarme por qué hacerlas. Y este asunto es del día a día, no he podido escapar de él, está en todas en partes, y me sigue generando malestar cada vez que me encuentro con él, así que definitivamente debo dejarlo salir, aunque, efectivamente, no le importe a nadie, incluso nadie lo lea; este será mi intento por resolver y soltar este virus verbal.
***
¡Qué interesante! ¿Qué quiere realmente decir eso? Todo el tiempo escuchamos esta expresión u otras muy similares. Es tan repetitiva y usada indiferentemente en cualquier contexto que es difícil definirla y conocer con exactitud qué quieren decir quienes la usan (mos). En el campo del arte se repite sin cesar, se dice sobre las obras, sobre las exposiciones, sobre un evento o sobre las ideas que expresa alguno de sus agentes. Alguien del circuito hace algo, y al unísono muchas personas dicen: «¡eso es muy interesante!». Y entonces me pregunto, ¿quieren decir que es bueno? ¿Malo? ¿Le falta algo? ¿O le sobra?
Aunque no se trata de categorizar entre lo bueno y malo, suele tener una connotación positiva, pero no por eso clara o aportante. Por el contrario, da la sensación de que es un salvavidas para quienes se quedan sin palabras, sin descripción y sin ideas sobre el asunto en cuestión; cuando se quiere o no se puede ser específico, como lo plantea el fragmento de Captain Fantastic antes citado. Porque de alguna manera uno espera que la información continúe, como si faltara una o varias frases después de «¡Qué interesante!...» Como, por ejemplo: «¡Qué interesante! Esa escultura hace un análisis sobre la fragilidad humana de una manera muy concreta y diferente, ya que parte de las tradiciones ancestrales de los mongoles». Y aun así se encuentra uno con que la expresión sobra, pues sin duda, la observación realizada sobre la escultura no requiere de «¡Qué interesante!» y lo que le aporta es realmente nada, haciendo pensar que es solo un adorno, una muletilla snob que intenta «subir de categoría» una idea sobre el arte.
Aunque el respetado Diccionario de la Real Academia Española tiene una escueta definición del término,
1. adj. Que interesa o que es digno de interés[1].
en otros diccionarios podemos encontrar una mirada más amplia y esclarecedora, que además da pie para preguntar por qué la mayoría de las veces a la expresión «muy interesante» no le sigue nada más que un incómodo silencio:
Interesante es un adjetivo que hace referencia a todas aquellas cosas que por su valor o por el interés o atención que son capaces de suscitar, podemos considerar como dignas de nuestro interés.
Dignas de nuestro interés:
porque nos resulte reveladora o fascinante.
una idea, un pensamiento o un concepto nos resultarán interesantes en función de lo sugerentes que para nosotros sean intelectualmente[2].
Como si no fuera suficiente, al buscar el significado de interesar la séptima proposición dice: solicitar o recabar de alguien datos, noticias, resoluciones, etc. (DLE). Por eso cuando uno está escuchando a alguien que usa esta palabrilla, se queda esperando a que complete su idea, que explique y justifique qué es lo interesante, por qué lo es o qué ha sugerido para sí mismo. Si no, uno queda con menos de media idea del efecto que tuvo la situación. Seguramente de ahí viene la expresión popular «Qué interesante, cuéntame más», objeto de extensas burlas y muchos memes.
Hace años que estoy batallando con esta muletilla. En medio de la pregunta por el sentido de la misma, he intentado prohibir usarla, aunque por supuesto esto no ha sido del todo aplicado. Cuando no he podido evitarlo, porque la repetición externa se cala en mi inconsciente, porque lastimosamente no he encontrado una idea que la reemplace, o porque definitivamente tenía pereza mental −algo muy apropiado y útil− he sentido el peso de la responsabilidad en mis hombros y me enojo por mi búsqueda inconclusa. En gran medida, este ensayo es parte de una estrategia por expulsar algo medianamente organizado de lo que la situación me genera, así como para reafirmar mi posición al respecto, que me fuerce un poco más a establecer mi investigación y concluir algún norte −por lo menos un poco− más sólido del que tengo hace unos años cuando por primera vez sentí el vacío en algún texto o algún diálogo en el que resonaba «¡interesante!». También lo propongo para pensar más lo que decimos y hacemos, especialmente cuando se refiere al arte; en el afán de los días, la expresión tiene un carácter valorativo, y, por ende, es peligroso usarse de manera aleatoria. No creo que sea necesario prohibir la palabra como decreto mundial, pero sí pensar antes de usarla, con criterio y responsabilidad, como parte de un discurso, y no simplemente como un adorno.
[1] Cortázar, J. (1959) Las babas del diablo. Las armas secretas (216 p). Buenos Aires, Argentina: Editorial Sudamericana. Recuperado de https://biblio3.url.edu.gt/Libros/Cortazar/babas.pdf
[2] Ross, M. (2016). Captain Fantastic. [Película]. Universal Studios
[3] Real academia española (2020). Diccionario de la lengua española (Edición del Tricentenario) de https://dle.rae.es/interesar?m=form
[4] https://www.significados.com/interesante/